Cuento de la película La Bella y la Bestia (2017)

En una tierra lejana, donde los sueños se mezclaban con la realidad, comenzó una historia que cambiaría la vida de sus protagonistas para siempre. Un misterioso castillo ocultaba un gran secreto, y solo una joven valiente y curiosa sería capaz de descubrirlo.
Bella, una muchacha inteligente y soñadora, vivía en un pequeño pueblo junto a su padre, Maurice. Un día, Maurice se perdió en el bosque y terminó en el enigmático castillo. Allí, fue capturado por una criatura temible, la Bestia, quien lo encerró en una celda.
Cuando Bella se enteró de lo sucedido, decidió ir en busca de su padre. Al llegar al castillo, se encontró con la Bestia y le suplicó que liberara a Maurice. La Bestia aceptó, pero con una condición: Bella debía quedarse en el castillo para siempre.
Bella: ¿Por qué me pides esto? ¿Qué has hecho con mi padre?
La Bestia: Lo he liberado, pero tú debes quedarte aquí en su lugar.
Bella aceptó el trato, y así comenzó su vida en el castillo. Pronto descubrió que la Bestia no estaba sola; estaba acompañada por objetos encantados que solían ser sus sirvientes. Lumière, el candelabro, y Din Don, el reloj, se convirtieron en sus amigos y la ayudaron a adaptarse a su nueva vida.
Un día, mientras exploraba el castillo, Bella encontró una rosa encantada protegida bajo una campana de cristal. La rosa era el corazón del misterio que envolvía a la Bestia y a sus sirvientes. Si la Bestia no encontraba el amor verdadero antes de que cayera el último pétalo, todos quedarían atrapados en sus formas actuales para siempre.
Con el tiempo, Bella y la Bestia comenzaron a conocerse mejor. La Bestia mostró a Bella su enorme biblioteca, y juntos compartieron su amor por los libros y las historias. A medida que pasaban los días, la relación entre ellos se volvía más profunda y sincera.
Bella: Nunca imaginé que podríamos llegar a ser amigos.
La Bestia: Yo tampoco, pero me has enseñado que hay más en la vida que las apariencias.
Mientras tanto, en el pueblo, un hombre llamado Gastón planeaba casarse con Bella. Al enterarse de que Bella estaba prisionera en el castillo, Gastón convenció a los aldeanos de que la Bestia era un monstruo peligroso y debían atacar el castillo para rescatar a Bella.
La batalla entre los aldeanos y los objetos encantados fue feroz, pero Bella logró convencer a Gastón de que la Bestia no era un enemigo. Sin embargo, Gastón no escuchó y atacó a la Bestia, lo que resultó en su propia caída.
Bella corrió hacia la Bestia, quien estaba gravemente herida. Mientras ella lloraba, el último pétalo de la rosa encantada comenzó a caer. Bella confesó su amor por la Bestia justo antes de que el pétalo tocara el suelo.
Bella: Te amo, Bestia.
En ese momento, un milagro ocurrió. La Bestia se transformó en un apuesto príncipe, y todos los objetos encantados volvieron a ser humanos. El hechizo había sido roto, y el amor verdadero había triunfado.
Bella y el príncipe vivieron felices para siempre, rodeados de sus amigos y seres queridos. Y así, en un mundo donde lo imposible se volvió posible, concluye esta historia de amor, amistad y valentía.
Y como dice el viejo refrán, «al final, el amor siempre encuentra su camino».
Reflexión del cuento de la película La Bella y la Bestia
Este cuento es una historia clásica de amor verdadero y de no juzgar a las personas por su apariencia física. También nos enseña la importancia de la valentía y la amistad. Bella demostró valentía al ofrecerse para quedarse en el castillo a cambio de la libertad de su padre, y encontró amistad en los objetos encantados que la ayudaron a adaptarse a su nueva vida.
Además, la historia resalta la importancia del amor verdadero, que puede romper cualquier maldición y cambiar el curso de la vida de las personas para siempre.
En general, el cuento nos invita a tener una mente abierta, a valorar la belleza interior y a creer en el poder del amor y la amistad.