Cuento de la película Desencantada (2022)

Desencantada

Había una vez, en un reino lejano llamado Andalasia, una princesa llamada Giselle. Giselle vivía felizmente con su esposo, Robert, y su hijastra, Morgan, en el mundo real, pero siempre añoraba su tierra mágica. Un día, Giselle decidió que quería algo más mágico en sus vidas, y así comenzó una aventura que cambiaría todo para siempre.

Giselle decidió mudarse con su familia a Monroeville, un lugar que le recordaba a su hogar en Andalasia. Aunque la mudanza prometía un nuevo comienzo, no todos estaban contentos. Morgan extrañaba su vida en la ciudad y tenía problemas para adaptarse.

«Morgan, este lugar será perfecto para nosotros,» dijo Giselle con una sonrisa esperanzada.

«Pero mamá, extraño a mis amigos y la escuela en Nueva York,» respondió Morgan tristemente.

Mientras tanto, en Monroeville, vivía Malvina Monroe, una mujer poderosa y controladora que no veía con buenos ojos la llegada de Giselle y su familia. Malvina tenía dos secuaces, Rosaleen y Ruby, que siempre estaban a su lado, listos para cumplir sus órdenes.

Un día, mientras desempacaban, Giselle encontró un regalo de su amigo, Edward, el rey de Andalasia. Era un cetro mágico que podía conceder deseos. Sin pensar mucho, Giselle deseó que su vida en Monroeville fuera tan mágica como en Andalasia.

Al despertar al día siguiente, Monroeville se había transformado en un mundo mágico lleno de color y fantasía. Las casas eran castillos, los animales hablaban y todos en el pueblo actuaban como personajes de cuentos de hadas.

«¡Esto es increíble!» exclamó Giselle mientras veía a su alrededor.

Sin embargo, no todo era perfecto. El deseo de Giselle también tenía efectos secundarios. Morgan empezó a comportarse como una típica princesa adolescente, y Robert se convirtió en un valiente caballero que no entendía por qué tenía que luchar contra dragones en su camino al trabajo.

«Morgan, tienes que ayudarme a revertir este hechizo,» dijo Giselle preocupada.

«Pero mamá, me gusta ser una princesa,» respondió Morgan mientras admiraba su vestido nuevo.

Mientras tanto, Malvina, que se había convertido en la malvada reina del nuevo Monroeville, descubrió el origen de la magia y decidió usarlo para sus propios fines. Ella quería controlar todo el poder del cetro para sí misma.

«¡Giselle, dame ese cetro!» exigió Malvina.

«¡Nunca! Esta magia pertenece a Andalasia,» respondió Giselle valientemente.

La batalla por el control del cetro comenzó. Giselle y Robert lucharon contra Malvina y sus secuaces, con la ayuda de Morgan y los habitantes mágicos del pueblo. En medio de la batalla, Giselle se dio cuenta de que solo podría revertir el hechizo si deseaba con todo su corazón volver a su vida normal.

«Morgan, necesito que desees volver a la normalidad conmigo,» le pidió Giselle.

«Está bien, mamá. Quiero que todo vuelva a ser como antes,» dijo Morgan con determinación.

Con un deseo sincero, Giselle y Morgan lograron revertir el hechizo, y Monroeville volvió a ser un lugar ordinario. Sin embargo, la experiencia había dejado una lección importante para todos. Giselle aprendió que no necesitaba magia para tener una vida feliz, y Morgan entendió que su familia era lo más importante.

«Gracias, mamá. Ahora sé que la verdadera magia está en el amor y la familia,» dijo Morgan abrazando a Giselle.

«Y yo he aprendido que no necesitamos vivir en un cuento de hadas para ser felices,» respondió Giselle sonriendo.

Con el tiempo, Monroeville se convirtió en un lugar donde la gente apreciaba más las pequeñas cosas de la vida. Giselle, Robert, y Morgan encontraron su propio «felices para siempre» en su hogar sin necesidad de magia.

Y así, el deseo de Giselle de un mundo mágico trajo consigo desafíos y lecciones, pero al final, todos entendieron que la verdadera magia reside en el amor, la familia y la aceptación de uno mismo.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Reflexión del cuento de la película Desencantada de Disney

La reflexión del cuento de Desencantada nos enseña que la verdadera magia no reside en hechizos o transformaciones, sino en el amor y la conexión que compartimos con nuestros seres queridos. Giselle aprendió que no necesita vivir en un cuento de hadas para ser feliz; su verdadera felicidad está en su familia y en los momentos cotidianos que comparten juntos.

La historia también destaca la importancia de aceptar y apreciar la realidad tal como es, con sus desafíos y alegrías. Morgan descubrió que su familia es su mayor tesoro, y que la verdadera magia está en los lazos que los unen.

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