Cuento de la película Bienvenidos al Ayer (Project Almanac) (2015)
Un misterioso descubrimiento cambió la vida de un grupo de amigos para siempre. Había una vez un joven llamado David, quien, junto sus amigos Adam, Quinn, Christina y su hermana Jess, encontraron algo increíble en el sótano de su casa.
Un día, mientras buscaban objetos antiguos, descubrieron un misterioso dispositivo que parecía ser una máquina del tiempo. Intrigados, decidieron investigar más a fondo y descubrir cómo funcionaba.
David dijo: «¿Podría ser esto una máquina del tiempo? ¡Imagina las aventuras que podríamos tener!»
Adam respondió: «No lo sé, pero definitivamente deberíamos averiguarlo».
Después de muchas pruebas y experimentos, los amigos descubrieron que la máquina del tiempo realmente funcionaba. Decidieron usarla para viajar al pasado y vivir emocionantes aventuras.
En su primer viaje, David y sus amigos decidieron visitar un concierto al que no pudieron asistir en el pasado. Al llegar, se dieron cuenta de que podían cambiar pequeñas cosas en el pasado sin afectar demasiado el presente.
Quinn exclamó: «¡Esto es increíble! Podemos hacer lo que queramos y nadie se dará cuenta».
Christina advirtió: «Debemos tener cuidado. No sabemos qué consecuencias podrían tener nuestras acciones en el futuro».
A medida que los amigos continuaban usando la máquina del tiempo, comenzaron a notar que sus acciones en el pasado estaban causando cambios en el presente. Algunos de estos cambios eran buenos, como ganar la lotería, pero otros eran malos, como causar accidentes y problemas en sus vidas.
Jess dijo preocupada: «Creo que hemos ido demasiado lejos. Debemos detenernos antes de que las cosas empeoren».
David estuvo de acuerdo: «Tienes razón, Jess. Tenemos que encontrar una manera de arreglar todo esto».
Los amigos decidieron que la única forma de solucionar los problemas que habían causado era viajar al pasado una vez más y evitar que ellos mismos encontraran la máquina del tiempo.
Cuando llegaron al día en que encontraron la máquina, David y sus amigos se escondieron y observaron a sus yo pasados buscando en el sótano.
Adam susurró: «Tenemos que ser rápidos y silenciosos. No podemos dejar que nos vean».
Mientras sus yo pasados estaban distraídos, David y sus amigos tomaron la máquina del tiempo y la escondieron en otro lugar. Luego, regresaron al presente, esperando que todo volviera a la normalidad.
Al llegar al presente, se dieron cuenta de que sus vidas habían vuelto a ser como antes de encontrar la máquina del tiempo. Aprendieron una valiosa lección sobre las consecuencias de sus acciones y la importancia de no jugar con el tiempo.
Christina reflexionó: «Aunque fue emocionante viajar en el tiempo, creo que es mejor dejar el pasado en el pasado y centrarnos en el presente».
David asintió: «Sí, hemos aprendido nuestra lección. A partir de ahora, viviremos nuestras vidas al máximo sin tratar de cambiar el pasado».
Y así, los amigos continuaron sus vidas, disfrutando de cada momento y recordando siempre la increíble aventura que habían vivido. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Reflexión del cuento de la película Bienvenidos al Ayer
Este cuento nos invita a reflexionar sobre las consecuencias de nuestras acciones y la importancia de vivir en el presente. Los amigos descubren una máquina del tiempo y, emocionados por las posibilidades, deciden cambiar el pasado. Sin embargo, se dan cuenta de que cada acción tiene repercusiones en el presente, tanto positivas como negativas. Aprenden que es mejor aceptar el pasado y centrarse en aprovechar el presente, valorando cada momento y evitando jugar con fuerzas que no comprenden por completo.
La historia nos enseña que nuestras decisiones y acciones tienen un impacto en nuestra vida y en la de los demás. Nos muestra la importancia de pensar en las consecuencias a largo plazo y ser conscientes de que nuestras elecciones pueden tener efectos imprevistos. Además, nos recuerda que vivir plenamente el presente y aceptar nuestra historia personal es fundamental para encontrar la felicidad y la satisfacción en nuestras vidas.