Cuento de la película Yo, Tonya (2017)

Yo, Tonya

Había una vez, en un lejano reino de hielo y patinaje, una joven llamada Tonya Harding que soñaba con ser la mejor patinadora artística del mundo. Pero había un secreto que nadie conocía, y que pronto cambiaría el destino de todos los personajes de esta historia.

Un día, mientras Tonya entrenaba en la pista de hielo, su madre LaVona la observaba con atención. LaVona era una mujer estricta y exigente, que siempre quería lo mejor para su hija, aunque a veces sus métodos eran duros.

Tonya, tienes que esforzarte más si quieres ser la mejor – le decía LaVona.

– Lo sé, mamá, pero estoy haciendo todo lo posible – respondía Tonya con lágrimas en los ojos.

Un día, Tonya conoció a un joven llamado Jeff Gillooly, y pronto se enamoraron. Jeff apoyaba a Tonya en su sueño de ser la mejor patinadora, pero también tenía sus propios problemas y conflictos.

Mientras tanto, en el mismo reino de hielo, había otra patinadora llamada Nancy Kerrigan. Nancy era la principal rival de Tonya, y ambas competían por ser la mejor patinadora del mundo.

Un día, antes de una importante competición, Tonya y Jeff tuvieron una conversación que cambiaría el rumbo de la historia:

Jeff, no sé si podré ganar a Nancy en la competición – dijo Tonya preocupada.

– No te preocupes, Tonya, yo tengo un plan – respondió Jeff con una sonrisa misteriosa.

Jeff decidió contratar a su amigo Shawn Eckhardt para llevar a cabo un plan que les aseguraría la victoria a Tonya. Pero el plan era muy peligroso y pondría en riesgo la carrera de Tonya y la de Nancy.

El día de la competición, Shawn y sus cómplices atacaron a Nancy Kerrigan, dejándola herida y sin poder competir. Tonya ganó la competición, pero pronto comenzaron a surgir sospechas sobre su implicación en el ataque a Nancy.

La verdad salió a la luz, y Tonya, Jeff y Shawn fueron llevados ante la justicia. Tonya fue condenada por su participación en el ataque y se le prohibió competir en patinaje artístico de por vida.

A pesar de todo, Tonya nunca dejó de luchar por sus sueños y se convirtió en una luchadora de boxeo profesional. Aprendió que las acciones tienen consecuencias y que, a veces, el camino más difícil es el que nos lleva a la verdadera felicidad.

Y así, en medio de la adversidad, Tonya Harding encontró su verdadero propósito en la vida y aprendió a valorar las cosas importantes. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Reflexión del cuento de la película Yo, Tonya

Este cuento nos lleva a reflexionar sobre las consecuencias de nuestras acciones y las decisiones que tomamos en la búsqueda de nuestros sueños. Tonya Harding, a pesar de su talento y determinación, se dejó llevar por la tentación de lograr el éxito a cualquier precio. Nos muestra que el engaño, la violencia y el actuar de manera deshonesta solo conducen a consecuencias negativas, afectando no solo a los demás, sino también a uno mismo.

La historia también nos enseña sobre la importancia de la redención y la capacidad de encontrar nuevos caminos en la vida. Aunque Tonya fue prohibida de competir en su pasión original, no se rindió por completo. Encontró una nueva forma de expresarse a través del boxeo y descubrió su verdadero propósito. Esto nos muestra que a veces, cuando nuestros sueños se ven truncados, es posible reinventarnos y encontrar nuevas oportunidades para alcanzar la felicidad y el éxito.

En última instancia, este cuento nos invita a reflexionar sobre la importancia de tomar decisiones éticas y responsables en la búsqueda de nuestros objetivos. Nos recuerda que la verdadera felicidad no se encuentra en el engaño, la competencia desleal o la victoria a cualquier precio, sino en el valor de nuestras acciones y en el camino que elegimos recorrer para lograr nuestros sueños.

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