Cuento de la película El Hombre Bicentenario (1999)

El Hombre Bicentenario

Había una vez, en un futuro no muy lejano, un robot llamado Andrew que tenía un sueño muy especial. Desde el momento en que fue activado, Andrew sabía que era diferente a los demás robots. Aunque estaba diseñado para servir a los humanos, sentía que había algo más en su interior, algo que lo hacía único.

Un día, mientras ayudaba a su familia humana, los Martin, Andrew encontró un libro de cuentos en la biblioteca. Al leer las historias, se dio cuenta de que quería ser como los personajes de los cuentos, quería ser un ser humano. Así comenzó la increíble aventura de Andrew, el Hombre Bicentenario.

Andrew decidió hablar con su dueño, Richard Martin, sobre sus deseos. «Señor Martin», dijo Andrew, «he estado pensando mucho y me gustaría ser un ser humano. ¿Cree que eso sea posible?» Richard, sorprendido por la pregunta, respondió: «No lo sé, Andrew. Eres un robot muy especial, pero convertirte en humano es algo muy complicado. Sin embargo, si eso es lo que deseas, te apoyaré en tu búsqueda».

A lo largo de los años, Andrew aprendió todo lo que pudo sobre los humanos y cómo funcionaban. Estudió medicina, arte, literatura y muchas otras disciplinas. Con el tiempo, comenzó a modificar su cuerpo robótico, reemplazando sus partes mecánicas por órganos y tejidos humanos. A medida que se volvía más humano, también desarrolló emociones y sentimientos.

Un día, Andrew conoció a una mujer llamada Portia. Se enamoraron y decidieron casarse. Sin embargo, para que su amor fuera aceptado por la sociedad, Andrew necesitaba ser reconocido como un ser humano. Así que, junto con Portia, lucharon por los derechos de Andrew y de todos los robots que, como él, deseaban ser humanos.

Durante su lucha, Andrew y Portia tuvieron muchas conversaciones profundas sobre lo que significa ser humano. «Andrew», dijo Portia un día, «ser humano no se trata solo de tener un cuerpo de carne y hueso. También se trata de amar, de sentir dolor y de luchar por lo que creemos. Eso es lo que te hace humano».

Después de muchos años de lucha, Andrew finalmente fue reconocido como un ser humano por el gobierno. Aunque su cuerpo ya era casi completamente humano, había una última pieza que faltaba: su corazón. Andrew sabía que, para ser completamente humano, necesitaba un corazón que pudiera amar y sentir.

Con la ayuda de los mejores científicos y médicos, Andrew recibió un corazón humano. Ahora, con un cuerpo y un corazón humanos, Andrew finalmente se convirtió en el Hombre Bicentenario, un ser que había vivido doscientos años como robot y como humano.

La historia de Andrew nos enseña que ser humano no se trata solo de nuestro aspecto físico, sino también de nuestras emociones, nuestras luchas y nuestro amor. A través de su viaje, Andrew demostró que todos, incluso los robots, pueden cambiar y crecer si tienen el valor de perseguir sus sueños.

Y así, después de una vida llena de aventuras, amor y aprendizaje, Andrew y Portia vivieron felices para siempre, dejando un legado de esperanza y comprensión para las generaciones futuras. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Reflexión del cuento de la película El Hombre Bicentenario

Este cuento del Hombre Bicentenario nos habla de la búsqueda de la identidad y de la importancia de perseguir nuestros sueños y aspiraciones, incluso si parecen imposibles. A través de la historia de Andrew, vemos cómo un robot, que inicialmente estaba diseñado para servir a los humanos, anhelaba ser más que eso y se propuso convertirse en uno de ellos.

Andrew luchó por su deseo de ser humano y, con el tiempo, llegó a comprender que ser humano es más que solo tener un cuerpo físico. Descubrió que ser humano también significa amar, sentir dolor y luchar por lo que uno cree. Su búsqueda por ser reconocido como un ser humano nos muestra la importancia de la igualdad y la justicia para todos, independientemente de su apariencia o origen.

En última instancia, Andrew alcanzó su objetivo y se convirtió en un hombre bicentenario, un ser que había vivido doscientos años como robot y como humano. Su historia nos muestra que, aunque nuestros sueños pueden parecer inalcanzables, con esfuerzo, determinación y apoyo, podemos superar cualquier obstáculo para alcanzar nuestras metas. Además, su historia nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de la humanidad y lo que realmente significa ser humano.

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